enBABIA. Revista digital. Fuerteventura.: 24 de Marzo: 35 años.

24 de Marzo: 35 años.

Por Álvaro M. Sánchez
Nací en un año dificil de explicar, 1980
Nací en un país, Argentina, imposible de deletrear. 
Dificil de entender una vez que ya sos mayorcito, y te enterás que solo cuatro años antes de tu nacimiento, en tu país, en tu barrio, había una dictadura. 
En esos cuatro años y hasta 1983 esa dictadura hizo desaparecer 30.000 personas.
Todo empezó un 24 de marzo de 1976. 
¿Qué mierda sabré yo de esa epoca si no la viví?
Se dice que los chicos cuando son chicos no entienden nada, que no sienten.
En ese caso siempre he sido escéptico (por los niños de antes y los de ahora).
Hay una sombra en mi vida, en nuestra generación. Esa sombra que no queremos volver a vivir, ni desearle a nadie que viva nada parecido, ni en argentina, ni en ningún lugar del mundo, aunque, ya ves, el ser humano es humano y vuelve a tirar la misma piedra.
Sentado cómodo en mi casita, con mi blog, mi facebook, mi seguridad...
El mundo es tan absurdo.
24 de marzo.


Por Juan Sasturain (extraído de Página 12)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche, o acaso hacerlo por la tarde.
Puedo imitar, por ejemplo, las largas tiradas asonantes de Francisco Luis Bernárdez.
Puedo hacer, como María Elena Walsh, la pálida elegía de un otoño imperdonable.
Uno puede decir todo: incluso suponer que en ciertos casos, sería mejor callarse.
Uno mira el almanaque y se encuentra, en colorado, un fin de semana largo.
Uno siente que es regalo de un recuerdo deleznable: el veinticuatro de marzo.
Uno comprende que hoy, las heridas de la Historia cicatrizan descansando.
Ahora, pasados los años –como el Primero de Mayo–, la Dictadura es feriado.
Ahora que parece cierto que el nunca más nos entró, finalmente, en la cabeza.
Ahora que sobran los datos –nombres, juicios, apellidos– para contar la vergüenza.
Ahora que todos sabemos qué pasó, qué nos hicimos, en esos años de mierda.
Acaso llegó la hora de revisar entretelas, de hacer nuestras propias cuentas.
Acaso sirva pensar que al llegar la Dictadura, la mayoría la apoyaba.
Acaso haya que mirar –los más grandes, sobre todo– cada uno dónde estaba.
Acaso no haya bastado la condena a los milicos, hacerlo cosa juzgada.
Porque –viéndonos ahora– aunque revisamos mucho, no aprendimos casi nada.
Porque se sigue pensando el país como una empresa: la lógica del dinero.
Porque se sigue mirando –desde el volante de un auto– cómo molestan los negros.
Porque se sigue creyendo que el otro, el pobre o distinto, seguro que algo habrá hecho.
Dejo, para otra ocasión, el vómito por la amnesia y el cinismo de los medios.
Dejo constancia de todo lo que me hierve la sangre, me hace ser mal agorero.
Dejo dicho, sin embargo, que siempre vale la pena recordar aquel tormento.
Dejo tirada en el piso la amargura y me preparo para el próximo entrevero.
Y dejo escrito el poema: como los muertos, no tiene fecha de vencimiento.