MEJOR SOLOS EN EL UNIVERSO QUE MAL ACOMPAÑADOS
Por:
alvaro.m.sanchez
Si te fijas bien el ser humano es el único que se pregunta “¿Estamos solos en el universo?” cuando es mas que evidente que, por lo menos en su planeta, está de sobra acompañado. Hay tantos ecosistemas con vida y llenos de compañía que visto desde el espacio seguramente se nos debe ver asquerosamente ridículos preguntándonos si estamos solos. Y eso que me encanta la idea de los extraterrestres volando en sus platillos volantes y sus rayos láser. Pero ¡cómo somos los humanos! ¿eh? Nos gusta más que las cosas vengan de fuera, que sean la solución a nuestra pregunta. Es más difícil y trabajoso encontrar la respuesta en nuestro entorno -y ya ni te digo en nosotros mismos- que ver aterrizar una nave plagada de extraterrestres que nos haga compañía.
Ahora, eso sí, cuando ya estén aquí y hayan satisfecho nuestra curiosidad, será entonces cuando salgamos a relucir otro de nuestros buenos modales: intentaremos echarlos de “nuestra casa”, para algo nos sentimos “terrícolas de primera línea”, no somos como “esos bichos que se creen lo mejorcito de la galaxia”. En definitiva: los pondremos “a parir”, hablaremos a sus espaldas, hablaremos y mal, muy mal. Se dará un efecto que no se da, extrañamente, bajo ningún otro lema global como “Salvemos a la Tierra reciclando”, “No al petróleo”, o “No más pobreza”. Se dará el efecto de unidad terrícola.
No va a importar que seas chino, senegalés, o puertorriqueño, nos uniremos “ahora si que sí” somos todos iguales, porque no somos los sucios extraterrestres que no entienden como se vive aquí en la Tierra, porque no vamos a tolerar que nadie de fuera venga a decirnos como hay que vivir. Sobretodo nos diremos a nosotros mismos “estábamos mejor antes”, “mejor solos en el universo que mal acompañados”. E intentaremos bajarles la moral, hundirlos, humillarlos, porque por muy avanzados que sean tecnológicamente, a la larga los humanos siempre ganamos. Aún así nos arrasen de la faz de la Tierra y borren todo ser vivo, aún quedara un libro, una piedra, un móvil de última generación con una única leyenda incuestionablemente humana “te lo dije...”.
Pero pongamos por caso que los aplastamos. Pero los aplastamos al estilo: “Bueno, ahora tendrás que cumplir nuestras normas si no quieres que te pase como a los que aniquilamos la semana pasada”. Y ellos aceptan, como se suelen aceptar estas cosas de someterse a un tirano. Y nosotros volvemos a ser nosotros. Terrícolas terriblemente adaptables. Con una IV Guerra de las Galaxias ganada. Y otra vez miraremos al cielo, acompañado de una cuñada extraterrestre, y nos preguntaremos “bueno, ya sabemos que no estamos solos. Pero, ¿y si hay otros planetas con otras vidas distintas a los últimos E.T? ¿Habrá que saber como son no? Porque todos no serán iguales, digo yo."
Para cerrar y a modo de broche de oro, una canción que viene a cuento de todo esto: Café Tacvba con su Zopilotes. Una canción perfecta, unos músicos brillantes como platillos volantes.
[Dar las gracias a Joaquín Sánchez Poce, que transcribió este texto al ordenador]
TEATRO: El tiempo de la ciruela
Por:
Laura Squinobal
Hace tiempo que
las integrantes del grupo de teatro querían interpretar una obra que
hablara sobre las mujeres, cómo sienten, como callan, como aman y
como se ven a sí mismas. La soledad es un factor común de todos los
personajes, llevándolos a transitar la locura, el engaño, el
suicidio, las apariencias, a huir o a quedarse paralizadas. La
introspección a la distancia y sin tiempo servirá quizás para
saldar cuentas con la vida. Es una obra que presenta situaciones
dramáticas con toques de comedia.
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