Fajardo cantando prácticamente en una habitación, desenchufado y a viva voz. |
La actuación fue de las que se guardan en la memoria y sobre todo en el corazón. En la pequeña sala, acomodado como en el salón de casa, sin luces de focos, ni micros, ni amplis, Fajardo se subió a las tablas abrazado a su guitarra y envuelto en una cándida y campechana timidez. Su voz se extendió por muros y paredes, penetró hasta el alma misma de las cosas y dejó a los presentes aplaudiendo emocionados cada nuevo tema, a pesar del agotador calor que embriagaba la sala y no sólo por lo cálido del momento sino porque sólo teníamos un ventilador. Una hora de música en directo, auténtica como pocas y repleta de sonrisas de modestia, porque Fajardo además de buen músico es modesto, modesto y buena gente.
No más palabras que añadir a lo que sólo se puede describir desde dentro. Mil gracias a nuestro amigo (y miembro fundador de enBABIA) por hacernos vivir momentos tan memorables. Mucha suerte para la próxima gira y vuelve pronto con el siguiente disco.